Pájaros que vuelan
















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PÁJAROS QUE VUELAN



El día que murió Macedonio pregunté por los pájaros que vuelan en los velorios. Me dijeron





“Le digo que los pájaros existen en el mundo para volar en los velorios, para eso existen los pájaros. Y también le digo que a cada muerto le toca una especie de pájaro”. Puede ser, puede ser. Yo he visto bandadas, con mis propios ojos, volando encima de los velorios. Y también he visto, otras veces, un pájaro solitario por el aire del lugar. Verdad dice usted, razones tiene el vuelo solitario y razones tiene el vuelo en bandada, razones que hay que ver con respetuoso silencio. Por eso debe ser que dicen que uno se muere para volver a las bandadas. Pero dicen que es el pájaro quien elige al muerto, el muerto no elige al pájaro. El muerto no.

Pregunté por la migración del alma hacia los pájaros. Me dijeron

“Mi madre contaba que el alma se va hacia el pájaro y que así se hacen los ángeles del Señor y que entonces se suben hasta el cielo. Eso les digo, el ángel es un pájaro con alma. Y los ángeles caídos son el regreso de los pájaros al mundo. Los ángeles caídos son una especie de pájaro, pero no sé cuál”. Puede ser, puede ser, pero ya no veo yo, ya no veo pájaros volando en los velorios de los hombres que se mueren. Yo le digo que el alma de los hombres ahora marcha hacia la nada, por eso ya no los ve.

Pregunté si el pájaro tiene conciencia de esta migración. Me dijeron

“Yo no sé si el pájaro sabe, tampoco sé si el muerto sabe, pero me ha dicho alguien que sabe que a veces el pájaro recuerda al hombre. Y lo recuerda en la lengua de los pájaros. También dicen que los ojos del pájaro abren la mirada del muerto y que entonces el muerto ve y su alma se va hacia el pájaro. Los pájaros observan el mundo. Yo creo que los pájaros nos observan cuando andamos por el mundo. Yo creo que el pájaro nos mira, día tras día, desde la ventana de nuestra casa. Yo creo que el pájaro nos mira desde la jaula en la que lo hemos encerrado. Y cuando el pájaro se muere en la jaula es un pájaro asesinado”.

Pregunté si uno está muerto cuando ya ningún lenguaje tiene significado, cuando la noche ha mitigado el olor de las palabras.
Pregunté si hay palabras esquinadas que miran pasar las sombras, si la forma de un lenguaje, un pájaro, observa los pasos perdidos.
Pregunté por el esplendor final de los refugios y si el alma de los pájaros construye una voz para nombrar el cielo y crearlo.
Pregunté por qué mañana me voy a despertar sin sueños, con apenas una sensación de vacío, como suspendido en el aire de ningún lado.
Pregunté por las marcas en la tierra que acaso no sabré leer.
Me dijeron

“Uno está muerto cuando ya ningún lenguaje resulta comprensible”.

Sólo chillidos acusan mi presencia, chillidos de mí, mis chillidos.
Entonces miro y no sé qué estoy mirando. La cosa muda de pronto enuncia y todo lo que habitaba en mí se marcha a morar en otros recuerdos.

Los ojos del pájaro (alguna vez conocí el nombre de esa especie) se posan en mi frente. Una de las viejas que hablaba alrededor del que fui besa algo de mí, algo que tal vez, pueda ser mi alma.
Después, apenas hay silencio.



En ese mismo momento ella se posó,
a su manera desmañada y grácil,
y plegó sus alas.
¿Lo sospechaste?, preguntó.
(John Crowley, Exogamia)
















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