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La Araña: Distinguido público del éter: en esta unánime noche, el prestigioso Teatro de Títeres “El Retablo de la Araña” presenta la edificante y aleccionadora tragicomedia intitulada…
El Vendedor de Almas.
Con ustedes, las voces. A los muñecos, que los pergeñe vuestra imaginación.
Relator: En aquel pueblo de desalmados, era frecuente oír el pregón del Vendedor de Almas:
Vendedor: - A las buenas almas, a dié la usada garantida!
Relator: Recorría las calles montado en un percherón tuerto, que tiraba de un viejo carromato de circo, todavía pintarrajeado con figuras de saltimbanquis, fieras llenas de dientes en actitud rampante y perritas con tutús. Sobre las borrajeadas inscripciones que decían “Gran Circo del Mundo”, pendían improvisados letreros escritos a carbonilla que rezaban:
Lote de almas en pena: $ 50 la docena
Pusilánimas: $3 x 5
Almas de acero: en falta
Almas en un Hilo: $ 10 la docena
Almas paseanderas: precio a convenir cuando y si es que vuelven
Almas destrozadas por pena de amor: Agotadas
Almas llaneras, marineras, etc.: en buen estado, $ 10 C/u; para reciclar, $3 x 5
Almas de Explotadores, Sicarios, Dictadores Depuestos, Traidores, Golpistas: A granel.
De Segunda Selección: precio a convenir según la falla.
Relator sigue: Muy de vez en cuando, algún parroquiano aparecía en el vano de una puerta y chistaba al Vendedor de Almas.
Parroquiano: - Chssst, Vendedor de Almas…
Vendedor: - ¡El mismo que viste y calza, para lo que quiera mandar! ¿Interesado en algún alma de ocasión?
Parroquiano: - Vea, desde que perdí la mía jugando al tute, no me hallo. No tengo alma de nada: ni matar una hormiga puedo.
Vendedor: -No llore sobre la derramada sopa del desánimo: tenemos la solución. Si su inquietud es matar, consulte este vistoso catálogo de sicarios: hay parricidas, magnicidas, insecticidas, fratricidas…
Parroquiano: - Es que lo que yo necesito es matar el tiempo…
Vendedor: - Ya lo tengo. En el lote 4 de la Segunda Selección hay un mal lector de Schopenhauer. ¿Le soluciona?
Parroquiano: - No tengo alma de leer a Schopenhauer.
Vendedor: - Ya la va a tener. Eso sí: no hay devolución por suicidio.
Parroquiano: - Quédese tranquilo. No tengo alma de suicidarme.
Relator: “El negocio de la venta de almas anda flojo por estos días”- comentaba el Vendedor de Almas. Cuando recalaba en la Taberna después de un día entero de inútiles pregones, con los pies destrozados y el alma por el piso, solía quejarse de que los vendedores aventajaban en número a los compradores. ¡El exceso de oferta había mandado los precios al infierno!
Vendedor: - Es que el principal comprador se ha retirado del mercado.
Tabernero: - ¿El que le dije? ¿Cómo? ¿Ya no hay más pactos firmados con sangre bajo los cuernos de una luna sangrienta?
Vendedor: - Cómo se ve que hay poco trabajo en la taberna. ¿Ve mucho el canal Retro, usted? Pactos hay, pero los firman muñecos, autómatas. Son papeluchos que no valen nada.
Tabernero: - Y entonces, si ya no anda a la pesca de almas, ¿a qué se dedica el de las patas de chivo?
Vendedor: - Dicen por ahí que lo han metido en un geriátrico. Otros lo hacen viviendo de rentas en las Bahamas. La verdad es que ya ni él sabe a qué arco patear los penales.
Relator: Al cabo de conversaciones como ésta, el Vendedor guardaba sus ajados catálogos en la mochila y rumbeaba para su carromato. A la salida de la taberna, siempre lo atajaba algún sujeto con semblante lívido y ojos glaciales, que invariablemente portaba un paquetito.
Médico: - Se la vendo barata, don. Tiene muy poco uso. Me acabo de recibir de médico cirujano.
Vendedor: - No, gracias. Tengo almas de médicos para tapizar el Aconcagua. Disculpe. A lo mejor se la toman en consignación en el mercado de hacienda de Liniers.
Corredor de Bolsa: - La mía sí le va a interesar. Es un cheque al portador: un alma en estado líquido, inodora, incolora e insípida. Absolutamente posmoderna. Si no hubiera conseguido el puesto en la Bolsa de Comercio, no me desprendería de ella.
Vendedor: - ¿De qué serie es? ¿Boden, Bocón, Cabrón? ¿Entrará en el canje?
Corredor: - Acaba de experimentar un alza en el Bovespa, en el Jasdaq y en el Nasdaq
Vendedor: - Entonces vaya y ofrézcala en el ACATUM.
Corredor: - ¿Es un mercado emergente?
Vendedor: - No, es más bien inmergente. Andá a Currar a Tu Madre.
Relator: Harto de los inescrupulosos oferentes, el Vendedor proseguía su camino. Una noche, a la puerta de su carromato, lo esperaba una esbelta dama envuelta en un tapado de armiño, todo forrado en lamé.
Vendedor: - Dichosos los ojos, Nacha. ¿A qué debo el honor de la visita de la auténtica Comedora de Almas Made in Argentina?
La Comedora de Almas: - No te hagás el tirifilo que el horno no está para bollos. Batime, turro, ¿te queda algún alma a mi medida? Hace añares que no manyo y tengo las tripas pegadas al espinazo.
Vendedor: - Mi reina, ya no quedan muchachos como aquéllos, capaces de vender el mercadito, negarle el pan a la vieja y hacerse viles y pechadores por su gracia. Me quedan algunos jugadores de fútbol, dos o tres jueces y unos cuantos senadores de la nación que vistos de lejos y en lo oscuro podrían acercarse al perfil que usted busca.
La Comedora de Almas: - Paso, compañero. Qué malaria. Vos eras mi última esperanza. Tomá, te regalo el armiño. En el convento no me va a servir.
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2 comentarios:
Dicen que la Comedora de Almas deambula con su esperanza en la Feria de Pájaros...
Más historias, más palabras.
A vuestra salut!
Un habitante del pueblo, ignorado, que ahora está deseando una voz.
Que venga el deseo. Es fácil encontrarnos: estamos en Ningunaparte.
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