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FABULERAS
De lejos vengo, soy una fabulera. He visto los despojos del arca y transmito a ustedes lo que mis ojos han dicho: algunos tripulantes jamás abandonaron la embarcación. Tres especies hubo que quedaron en ella: la una de aires, las otras dos de tierra.
Amotinados en sus instintos, los animales de la nave obraron su naufragio.
Y tres especies fueron exterminadas. Entre ellas se contaba la de quienes el arca crearon.
De lejos vuelvo, soy fabulera: no admite mi estirpe la facultad de inventar lo que les digo. La falsificación y el perjurio incumben sólo al dominio de la Historia.
Ciertos omnívoros que pueblan este mundo aún construyen engaños acerca del lugar y de los actos consumados. Mas sus relatos no alcanzan a eclipsar las huellas del pasado. No hay diluvio que oculte al diluvio ni libro sagrado que resista sus desgracias.
LAS ARCAS DE DIOS
Dios es un tipo que no tropieza dos veces con la misma piedra. Después de ver lo que Noé y su descendencia han hecho con el cascote planetario que les alquiló, acepta su error y elige, con mejor tino, al constructor de arcas para el nuevo diluvio concebido.
Por si las moscas, Dios le pide a Dios que sea él mismo quien se dedique a los oficios de carpintero, diseñador y fabricante.
De este modo, cuando por fin llegue el diluvio, sólo los muertos enterrados en los cementerios del mundo tendrán su arca personal con manijas exteriores y diseño anatómico.
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