Ella dibuja un pequeño círculo de tiza blanca en la pizarra negra para ilustrar el sentido impuesto a las palabras que acaba de decir.
Ella dijo “El cielo rodea al mundo”.
Después, ahueca sus manos y encierra entre los dedos la idea enunciada. “El cielo rodea al mundo”.
Desde el fondo del salón la miro hasta desnudar la razón de sus ojos. Ya hemos visto eso, ya lo he visto.
El cielo rodea al mundo.
Por eso, cuando nos caemos del mundo, nos caemos hacia el cielo.
Los ángeles son hombres caídos.
Después, Ella declina sus manos blancas de tiza.
Y me mira.
Mis pies buscan, entonces, el modo de aferrarse al suelo.
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