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A partir de este instante, las emisoras participantes de la cadena ficial de radio y televisión pasan a trasmitir directamente el micro para oyentes ausentespresentes intitulado: “Hágase nomás una microfricción de palabras y mándela pa’cá que nosotros se la publicamos en el éter-no”
Vayan ustedes, estigmados habitantes del universo y otros alrededores, tomando nota de la palabra que deberán considerar en su escritura.
Y para aquellos que cuestionan mi ánima patética y melancodepresiva les anuncio que la palabra a fabular esta noche es: ESPERANZA.
“Esperanza”, qué glamorosa palabra, ¿no les parece?
Bien, escrituren microfricciones acerca de la esperanza y remítanlas a los dominios de Hacedores de Palabras.
Ahora bien, para los que andan por ahí diciendo que este invitador no labura les anexo a este micro una texturita que obra semánticas sobre la esperanza pa’que tengan de referencia motivacional. A saber:
Y dijo el Profeta a los discípulos: Id por todo el orbe y predicad la Esperanza a todas las criaturas.
Enseñad a las gentes la virtud de esperanza para que guarden cuanto os he mandado.
Y dijo el Profeta a los discípulos: Quien crea en la esperanza se salvará. Mas aquel que no crea se condenará.
Y estas señales darán los que crean:
Hablarán nuevas lenguas y persiguirán a los desesperados.
Y ordenó el Profeta a los discípulos: Asentaos en la ciudad hasta que os sea dado poder de lo alto.
Y la doctrina de la esperanza fue buena cosa entre todas las criaturas del orbe.
Y la desesperanza y los desesperados fueron mala cosa en las Tablas de la Ley.
Y sometidos a la esperanza todos nos condenamos a esperar.
Y el Profeta y los discípulos hicieron imperios a su imagen y semejanza.
Y los esperanzados corderos apenas esperan el Paraíso Prometido, en otra vida, no en ésta.
Porque esperar es bueno nos dice la esperanza.
Porque dejar de esperar es malo. Desesperar, dejar de esperar para hacer algo, está muy mal, corderitos míos, es un acto blasfemo, subversivo.
Ustedes están para esperar, tengan esperanza, no vengan a perturbar nuestros imperios.
Por eso el Profeta nos alerta: Cuídense ustedes de los desesperados que dejan de esperar para hacer algo en la vida porque de ellos podría ser el reino de este mundo.
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